El silencio cubre el teatro que ha sido abandonado.
No hay quien me oiga ahora
Y siempre ha sido así.
He sido olvidado por el mundo,
Me he vuelto invisible para todos
Y ya nadie me ve ni me escucha.
Pero aun así no pierdo la esperanza.
Dispuesto a tocar
Sin importarme que me encuentre en este teatro solo
Y sin importarme que ya no tenga un hogar.
Las notas llenan este espacio vacío,
Producen un eco que se repite hasta llegar a mi alma,
Llenándola de luz.
De pronto escucho la voz de un ángel que me llama
Mi querida Elodia al fin ha venido a por mí,
Me pide que la acompañe y me aleje de aquí.
Veo lágrimas caer por su angelical rostro
Pero con una sonrisa le tiendo mi mano,
Ella la acepta y así ambos nos retiramos del lugar.
Abandonamos el teatro para ya nunca regresar.
Volteo una vez más para observar el teatro
Me despido en silencio del lugar,
Aquel que ha conocido días mejores.
Es hora de marchar y de buscar nuevos retos.
El silencio se extiende entre nosotros
Pero el ángel ya no llora más.
Y con valor ambos emprendemos la marcha,
Con esperanza en el corazón.
Emprendemos la marcha hacia un lugar lejano,
Un lugar en donde de seguro podremos brillar.
Un lugar donde ya no seamos unos marginados,
Donde el silencio no exista.
Un lugar al que podamos volver a llamar hogar.
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