(...) Los minutos pasaban. La víctima de Annika continuaba luchando y retorciéndose entre sus brazos mientras ella continuaba bebiendo de su sangre, sin percatarse de nada más que de los latidos del corazón que se iban debilitando lentamente. Muy pronto su víctima dejó de luchar, abandonándose al hecho de que moriría esa noche, pero antes de que la vida la dejara finalmente, un brazo fuerte apartó a Annika de la fuente de vida y la azotó contra la dura pared de piedra que se encontraba detrás. Ella se quejó con dolor, más por la frustración de dejar de beber que por el golpe que había recibido e inmediatamente comenzó a gritarle a Ville, quien había sido el que la había apartado de su víctima.
—¿Por qué demonios me apartaste? ¡Déjame beber en paz! –exclamó ella furiosa apartando a Ville de un empujón.
—¡Ya me imaginaba que podías estar aquí! ¡¿Es que acaso ya no puedo confiar en ti?! –le espetó—. ¡Te dije claramente que no podías acercarte a los humanos del pueblo, Annika, y me desobedeciste! ¿Ahora qué haremos con el cadáver? ¡No podemos dejarlo aquí o si no los humanos nos descubrirán! ¿Cómo puedes ser tan infantil y estúpida?
Ville, al igual que Annika, estaba echando chispas por los ojos de lo enojado que estaba, pero eso a ella no le importaba debido a que aún estaba deseando beber la sangre que Ville le había quitado tan bruscamente.
—Pues no es que esté muerto, ¿lo ves? –le dijo ella de pronto al darse cuenta de que su víctima aún respiraba.
—¡Claro! ¡Solo porque yo impedí que lo dejaras completamente seco! –le dijo él mirándola seriamente—. ¡Te vienes conmigo inmediatamente al castillo!
—¡Olvídalo! –respondió Annika y se apartó aún más—. Además, me prometiste que me dejarías andar por donde quisiera, así que ahora no me puedes pedir que vuelva. ¡Me niego a hacerlo!
—¡Pero eso fue antes de que te comportaras como una niña! ¡Y no me importa que no quieras venir, de todas formas te voy a llevar conmigo!
Dicho esto, Ville la tomó entre sus brazos bruscamente, al igual como había hecho en el bosque días atrás y antes de que Annika pudiera seguir protestando o siquiera luchar por liberarse, desapareció con ella en medio de la noche, dejando a su suerte a aquel humano que había tenido la desdicha de ser la víctima de un vampiro.
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