(...) Comenzó a caminar por el bosque, alterada, dando gracias a los árboles que la protegían de la lluvia que aún caía incesantemente desde el cielo nublado, ya que deseaba muy poco quedar empapada y así fue avanzando, sin saber muy bien a dónde iba. Pensó en ir al pueblo, pero luego vio que eso sería inútil ya que no podía ocultarse allá debido a que en el pueblo no había lugar para un vampiro, aparte de que corría el riesgo de que la descubrieran. Además, tampoco tenía a nadie más a quien recurrir, por lo que Annika se encontraba completamente sola en ese momento. Odiaba todo lo que le estaba sucediendo, pero aun así no se detuvo. Secó sus lágrimas y continúo caminando. No estaba dispuesta a dejarse llevar por el dolor esta vez. Debía encontrar un refugio antes de que saliera el sol y mientras más rápido lo hiciera, mejor.
—Por favor, dime que no eres tu –dijo en un susurro y un gesto de profundo terror en el rostro.
Annika iba tan absorta en sus pensamientos sobre qué podría hacer para ocultarse que no se dio cuenta de la figura que estaba al frente, hasta que chocó con ella. Alarmada levantó la vista del suelo y lo que vio la asustó aún más que la posibilidad de morir bajo el sol, ya que se había encontrado de frente con Viktor.
—Por favor, dime que no eres tu –dijo en un susurro y un gesto de profundo terror en el rostro.
Annika iba tan absorta en sus pensamientos sobre qué podría hacer para ocultarse que no se dio cuenta de la figura que estaba al frente, hasta que chocó con ella. Alarmada levantó la vista del suelo y lo que vio la asustó aún más que la posibilidad de morir bajo el sol, ya que se había encontrado de frente con Viktor.
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