Annika sentía como su cuerpo comenzaba a convulsionar con violentas sacudidas. Ville al verla ser atacada por aquel terrible dolor, la abrazó y comenzó a susurrarle palabras al oído, que pese a la suavidad con las que las decía, no lograban calmar el dolor que ella sentía a través de todo su cuerpo. Annika le preguntó a Ville que es lo que le estaba sucediendo, a lo que él solo respondió:
— Tu cuerpo se está muriendo. Pronto pasará, así que no le prestes atención – dijo con tono calmado —. Trata de centrar tu atención en otra cosa para que no sufras tanto. Es algo que a todos les sucede alguna vez, así que es algo normal.
Annika intentó hacerle caso, pero antes de que tuviera oportunidad de centrar su atención en cualquier cosa de la habitación, otra visión similar a la que tuvo cuando bebía de la sangre de Ville invadió su mente, transportándola a otro tiempo y lugar.
Ella se encontraba ahora en medio de un gran salón, bellamente decorado, en donde se encontraban varias personas reunidas y las cuales hablaban animadamente. Poco después Annika salió del salón y al dirigirse hacia la salida, se encontró con Ville al pie de las escaleras, quien la observaba con el ceño fruncido.
— Volveré antes de que te des cuenta de que me he ido – le dijo ella sonriendo intentando con eso calmarlo, mientras se acercaba para abrazarlo.
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